sábado, 14 de febrero de 2015

SAN VALENTÍN



Día de San Valentín, el día en el que el amor se manifiesta en la cuenta de resultados de los grandes almacenes. Los enamorados no necesitan de una fecha en el calendario para manifestar sus sentimientos de afecto, pero la sociedad de consumo que nos gobierna, parece que sí. Por eso que hoy parece un día algo especial, se puede aprovechar para reclamar algo de amor entre los dirigentes políticos, sino entre los de partidos opuestos, si entre los de un mismo partido.

Sabemos que se pueden cambiar las leyes, pero no las costumbres. Eso necesita de generaciones, y a veces ni el paso de varias generaciones logra que se geste su cambio. Que se destituya a alguien por pensar que su liderazgo lleva a una derrota electoral, es algo cuestionable porque no es la costumbre. Cuantas veces se dijo que con Rubalcaba de candidato no se ganarían las elecciones y nadie hizo nada para cambiarle. Cuantos candidatos en regiones y ciudades están en esa situación y nadie les levanta del asiento. No es una explicación creíble al no estar acostumbrados.

Solo los locos se aventuran a decir que pasará mañana, y quizás por eso nadie se atrevió a decir nada de un mal resultado electoral en Madrid hasta ahora. La diferencia de los casos citados respecto a lo ocurrido a Tomás Gomez, solo se explica si esos previsiblemente perdedores, son los perdedores de los alrededores de la dirección. Son de esos a los que se califican como “de los nuestros, nuestros”.

Lo cierto es que perder una comunidad o un ayuntamiento, carece del gran significado que algunos ahora parecen darle, al lado de lo que ya se ha convertido en una costumbre, como es no renovar, y continuar aplazando sine die lo que cada vez se ve más inaplazable: refundar de una vez este partido. Pero no nos equivoquemos, no es culpa de los sucesivos secretarios generales, sino de los militantes por permitir que el deterioro llegue a los extremos que ha llegado y mayoritariamente seguir en silencio.

Peor imposible, y la sensación es que cada uno de los dirigentes está más preocupado por defender su parcela de poder, y eso deja en un segundo lugar la defensa del conjunto del partido. Por eso cada vez es más inaplazable abordar una renovación profunda en el partido, de que se incorporen nuevos compañeros y compañeras, qué aporten ilusiones renovadas a las bases, porque solo eso hará que se terminen el amiguismo y los reinos de taifas.

Las costumbres se cambian con revoluciones, no con experimentos. Muchos socialistas empiezan a vislumbrar que hay un profundo deterioro de las estructuras que articulan el tejido social de una formación política, y eso les hace atisbar que el  porvenir parece oscuro. Algunos ocupan un puesto convencidos de que su futuro depende de que otros se mantengan. Eso explica que cualquier intento de cambio para mejorar, lo vean como parte de la lucha de intereses entre unos y otros, y que puede poner en riesgo sus propios intereses. 

Mientras, desde la calle se nos ve que seguimos sin responder a las cuestiones políticas y a las demandas ciudadanas, sin presentar proyectos que les ilusionen. Y sobre todo, cada vez les resulta más difícil ver cuáles son las diferencias que existen entre el nuestro y los demás partidos (y eso que existen y son claras), pero nadie parece preocupado en demostrarlas y de ponerlas en valor. Eso nos hace, a quienes aún creemos que reconducir la actual situación es posible, tener que aguantar día sí y día también, escuchar que militamos en un partido clientelista y gobernado por el egoísmo de unos pocos. Acusación difícil de responder con el panorama que se transmite.

La solución para evitar una ruptura interna, muchos la ven en una victoria electoral, que paradójicamente no puede producirse mientras exista esa posibilidad de ruptura. Seguro que algunos piensan que peor están otros, y que hoy todos los partidos sufren la desafección de sus bases. Pero eso solo recuerda aquello de mal de muchos, consuelo de…

Puede ser cierto, que algún partido estará peor, y que todos los partidos tienen sus problemas. Pero mientras esto ocurre en Ferraz, Soraya, Margallo, De Guindos, y hasta Rajoy, continúan campando a sus anchas y sobrepasando todos los límites de la desvergüenza, como ahora al criminalizar a los griegos por querer arreglar sus problemas, al decirnos que no han subido nuestras pensiones por culpa de lo que nos debe Grecia.

Tal vez en el socialismo necesitemos que todos los días sean catorce de febrero, para que los desafectos no aparezcan, y así dedicar nuestras energías a enseñarle la puerta a estos impresentables que hoy gobiernan contra los intereses de los ciudadanos.

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