jueves, 12 de febrero de 2015

Ferraz y el PSM



Puede que las últimas veinticuatro horas hayan sido las de mayor convulsión en la historia del socialismo español del siglo XXI. Ni siquiera ante una derrota electoral tuvimos tanta agitación, como con lo ocurrido en Madrid a Tomás Gómez y su Ejecutiva. Quienes por cercanía conocían lo que estaba ocurriendo, ayer me comentaban que asistíamos a la crónica de una muestre anunciada, desde el momento que se conoció la investigación de los sobrecostes del tranvía de Parla al destaparse la trama Púnica.

Hay quienes defienden a Tomás Gomez pero no son muchos. Pero tampoco son unanimidad los que defienden la forma en que se ha actuado desde la federal para destituirle, ni el momento elegido para hacerlo. Es difícil de entender por qué si las dudas ya existían en Ferraz, se le respaldo como candidato a la Comunidad. Es fácil suponer que las encuestas no deberían ser ayer muy favorables para el PSOE, porque si no, se hubiese elegido otro momento para la destitución.

Aun desconociendo cuales han sido las razones reales, creo que no se han hecho las cosas todo lo bien que se deberían. Muchos compañeros han llegado a pensar que existía nocturnidad y alevosía, pero la desafortunada intervención del destituido usando para su defensa el ataque a la dirección federal, solo ha servido para justificar la actuación de esta. Tomás Gómez no está imputado, ni es seguro que lo pueda estar, pero la decisión de Ferraz le ha condenado como corrupto ante la opinión pública, y eso debería haberse valorado antes de actuar.

Esta condena publica no es sino la consecuencia de no estar acostumbrados en España a que responsabilidad política y responsabilidad penal sean cuestiones distintas. Su responsabilidad política ha sido no darse cuenta de lo que otros cocían a su alrededor, pero si ese es el motivo de destituirle, por esa regla de tres deberían estar en su situación todos los responsables políticos que no se enteraban de lo que pasaba en sus narices, empezando por la Infanta, Rajoy, Rato, y terminando por Iglesias, por ser el último en llegar al baile.

Consecuencia también de lo acontecido, es que algunas voces empiezan a desconfiar de la utilidad de las primarias, puesto que la militancia te puede elegir por mayoría, pero los jefes te pueden quitar en cualquier momento sin preguntar a la militancia que te eligió. Una vez más viene a ponerse de relieve que lo que importa en un partido político es lo que quiera el aparato que lo dirige. El propio Pedro Sanchez fue elegido en primarias, y aunque a él no se le aplique el mismo rasero utilizado con Gómez, el precedente que crea es, como poco, peligroso.

Otras voces relacionan el reciente acuerdo antiterrorista y esta destitución, con un intento por parte del Secretario General de reforzar y demostrar su liderazgo. Seguro que reforzaría más ese liderazgo siendo el personalmente, quien dé la cara para explicar la decisión adoptada, en lugar de dejar el asunto en manos del Secretario de Organización o del Presidente de la Gestora creada en Madrid. En realidad eso hace pensar lo que trata de evitar, que su liderazgo necesite ser reforzado, al parecer que se protege tras Luena y Simancas.

Un socialista viejo me decía esta mañana que en el PSOE cambiarán las cosas cuando los que llevan décadas viviendo para poner la alfombra a los jefes y hacerles el trabajo sucio, desaparezcan de la organización. Puede que tenga razón, y mientras algunos de estos sigan pululando, las expectativas de voto socialistas no mejoraran por mucho golpe de autoridad del Secretario General, y aunque algún medio de comunicación así lo quiera hacer ver. Flaco favor le hacen esos medios al socialismo, porque es sencillo imaginar que puedan ser los propietarios de esos medios los primeros interesados en urdir una trampa para de un solo disparo eliminar a dos socialistas. Eso sí, justificando después la necesidad de su jugada con encuestas elaboradas en menos de veinticuatro horas.

Estamos a tres meses de las elecciones municipales y autonómicas, y bien haríamos  los socialistas en centrarnos ellas, si es que se quiere que tras la tempestad venga la calma al partido. Puede que con lo ocurrido, algunos ya tengan justificación por si el resultado electoral que obtengan en esas elecciones no sea del todo bueno. Si antes fue malo por culpa de Zapatero, ahora ya pueden justificar que si también es malo, lo es por culpa de Pedro sanchez, y de esa manera poder continuar sentados cómodamente en los bancos de la oposición .


Winston Churchill, no precisamente un socialdemócrata, escribió que en la guerra solo podemos morir una vez pero que en política se muere muchas veces.  Estoy seguro de que Tomás Gómez  conocía esta máxima, y de lo que le ha ocurrido no debería extrañarse

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