Todos debemos alegrarnos de que 16.620
personas hayan encontrado empleo en nuestro país el
pasado mes, pero eso no puede llevarnos a pensar que el mercado laboral sigue
una senda de crecimiento sostenible. Por mucho empeño que ponga el gobierno en
convencernos de que es así, este
no es el camino de la recuperar lo perdido por la crisis, sino el de la precarización laboral y con el riesgo añadido para que así ocurra, que supone la avaricia empresarial por el beneficio
rápido. Comparando las condiciones de empleo y salarios actuales con los de
hace tres años, la precariedad ya se palpa.
Habría que comenzar explicando que estas cifras son un contador de las personas que están apuntadas el último día del mes anterior al que se publican los datos, y que este sistema de contar parados no funciona en ningún otro país, de ahí que las cifras homologadas a nivel estadístico europeo y mundial, son las de la EPA, que desafortunadamente dan un millón más de parados. Analizando las calificadas como “buenas cifras” de marzo, vemos que estas han mejorado en servicios, construcción e industria, mientras empeoran en agricultura y entre quienes buscan su primer empleo.
Empresarios y gobierno niegan que el empleo creado sea
precario, temporal, y de bajos salarios, pero pese a esa
negación las cifras son tozudas, y en este escenario el consumo no se reactivará, y sin el consumo
de esos trabajadores, las empresas que hoy emplean, volverán a despedir a no
mucho tardar.
Hay dudas que deberían aclararse por el gobierno para evitar la
sospecha de que estas cifras hayan podido ser manipuladas, como ¿Quién ha contabilizado el número de
parados que han tenido que emigrar de España, o el de personas que
abandonado las oficinas del INEM, por
considerar que a través de esta vía es imposible encontrar empleo? ¿Alguien ha
contabilizado los que solo son empleados de fin de semana en el sector
servicios? ¿Quién contabiliza los que son bajas de las listas por acceder a
prejubilaciones o por haber iniciado un curso de formación dándoles de baja en
las listas de desempleados? ¿Quién y cómo se contabiliza el número de contratos
en prácticas, en relación con los que había anteriormente? ¿Quién nos explica
las diferencias entre las afiliaciones a
la SS son 84.000 y los desempleados si solo disminuyen en 16.000? ¿No será que
de esos 84.000 muchos son autónomos forzosos para poder seguir comiendo de la
misma empresa que ayer les empleaba?
Desde el PP y el gobierno se dice que las cifras son buenas gracias a su
reforma laboral, pero si las anteriores cuestiones no se
responden y clarifican, muchos pensaran sino será que después de varios años de austeridad y despidos,
lo normal es que se empiece a crear empleo, con y sin su reforma. En cualquier caso, demasiadas dudas sobre las bondades del dato.
Lo cierto es que estos “buenos” datos no se corresponde con la realidad de la
calle, y un paseo por cualquier ciudad de este país nos
muestra como siguen
cerrándose negocios, o como en las tiendas y comercios no repunta el consumo. Pero si además se revisan los datos publicados por los medios de
comunicación (incluidos los afines al gobierno), las cifras de bajada del paro chocan con el hecho de que
los expedientes de regulación de empleo, ERE´s, en el primer trimestre de 2014
han llegado a veinticinco mil, lo que como mínimo pone estas
cifras en cuarentena.
Pero aun dando por ciertas las cifras, lo más
preocupante es eso que el
gobierno no dice claramente a los ciudadanos, que para dar empleo a esta masa
de desempleados que existe, al ritmo que crece nuestra economía, se tardaran dos
décadas. ¿Ha pensado el gobierno qué al ritmo actual, la situación de las familias empeorará
día a día por el agotamiento de las ayudas, por los recortes en los servicios
públicos, por los copagos, y los impuestos indirectos? Al menos no da muestras
de hacerlo.
En el escenario inmediato, no solo se tendrá que crear empleo, sino
que se tendrán que poner en marcha actuaciones de carácter social (esas que se
han recortado), o para rescatar a familias endeudadas, o
dirigidas a abaratar en la
banca los créditos para el consumo, y esperemos que
no sean necesarias campañas
de lucha contra el hambre infantil como las que ya se
realizan en algunas Comunidades.
Hasta la troika se ha tenido que desdecir de su teoría de que
la solución a la crisis pasaba por recortes y austeridad, pero el gobierno
español se niega a admitirlo. Mientras el gobierno da prioridad a rescatar bancos
y ahora a las autopistas o a facilitar el crédito a las grandes empresas, se olvidá
de priorizar el cese de las políticas de austeridad. La recuperación
económica y social solo llegará con un empleo de calidad y unos salarios dignos, lo que es incompatible con lo que actualmente está propiciando la reforma laboral del PP, que son unas condiciones laborales de
explotación legalizada.
Esta afirmación de explotación laboral no es
exagerada, porque tenemos
una gran demanda frente a una pequeña oferta de empleo, lo que lleva al
trabajador a aceptar cualquier trabajo si con ello garantiza que sus hijos no
pasan hambre, y si no aceptas el trabajo, otro que también tiene hijos en
necesidad, lo aceptará por ti. Eso es lo más parecido a legalizar la
explotación.
Como ya parece ser “lo habitual”, este gobierno no escucha las voces de la
calle, y solo oye lo que le transmiten sus asesores. La mejoría que dicen
se ha producido es real solo
para la clase gobernante y las elites económicas que viven en sus aledaños,
pero no para el resto de españoles.
Las, según el PP, buenas cifras que hemos
conocido, si se analizan
mínimamente no parecen tan buenas, y eso lleva a pensar que también forman
parte de un nuevo “España va bien”, una estrategia
premeditada para seguir dibujando su particular país de las maravillas ante la
proximidad de las elecciones. Un informe de Caritas, que refleja que
la mayoría de los españoles no estamos mejor sino peor que hace un año, ha provocado una reacción furibunda del
ministro Montoro, lo que vendría a confirmar la sospecha de que solo es maquillaje
para ocultar el rostro enfermo y deteriorado de nuestra economía.
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