miércoles, 9 de abril de 2014

A proposito del referendum en Cataluña


El debate en las Cortes sobre el derecho a decidir la celebración de un referéndum en Cataluña (no era un debate para decidir ya sobre su independencia), tiene gran importancia para todos los ciudadanos, pero se ha convertido en un debate descafeinado, porque el anuncio de las posiciones de los grupos políticos ha hecho que su resultado se conociera de antemano.
 
Pero eso no puede llevar a calificarlo de debate estéril o inútil, aunque no resuelva el problema. Ni debemos pensar que no tendrá consecuencias, porque las tendrá y serán muchas. Quizás la más perceptible, es que el contenido de ese debate, por el posicionamiento del gobierno, ha supuesto un impulso gigantesco a favor del independentismo catalán.
 
Salvo un ciego por voluntad propia, todos vemos que la España de hoy no es la de hace treinta años cuando se redactó la Constitución, y aunque hoy la mayoría gobernante haya negado la autorización solicitada, será muy difícil que con el tiempo no llegue el día en que se podrán pronunciar libremente mediante una consulta apoyada en la propia Constitución, esa que hoy parece el principal obstáculo. El tiempo, más tarde o más temprano, se llevará por delante el actual ordenamiento territorial de nuestro país y las absurdas prohibiciones que nuestro marco jurídico conlleva.
 
Siempre me sentí ciudadano el mundo, y nunca me gustaron las fronteras, por eso creo sinceramente que los españoles y catalanes juntos, podemos hacer frente mucho mejor a los retos que serán muchos en el futuro inmediato, pero dicho esto, en nombre de la libertad y el respeto a los demás debemos defender el derecho que tenemos todos los ciudadanos, a pronunciarnos libremente sobre cualquier cuestión, incluida la independencia de un territorio.
 
En democracia, la ley siempre debe someterse a la voluntad del pueblo, y si una ley no satisface esos deseos debe ser modificada por ese pueblo. La postura inmovilista y férrea del PP de Rajoy, aunque la disimulen diciendo a Cataluña que proponga un cambio constitucional, hace pensar que reniegan de los orígenes de su partido, formado por muchos que votaron contra la Constitución, y que ahora niegan la posibilidad de modificar esa Constitución para dar cabida a nuevas demandas, hoy de Cataluña y mañana de cualquier territorio.
 
Pero sobre todo, ha llamado la atención por lo patético que llega a resultar, escuchar a Rajoy hablando de dialogo, cuando él no dialoga ni con los suyos, y su obstinación anti catalanista le llevo a recurrir un Estatut, aprobado en referéndum por el pueblo catalán, que hubiese evitado llegar a donde hoy nos encontramos. El discurso más nacionalista que se ha escuchado en el debate ha sido el de Rajoy, propio de un ultranacionalista español, y con cada palabra, y cada aplauso de sus fieles, solo consigue que más catalanes se sientan independentistas.
 
Me ha gustado la frase de Rubalcaba “No nos gusta que se obligue a optar entre ser español o catalán”, porque a mí tampoco me gusta que se me obligue, ni a esto ni a nada. Pero creo que Rubalcaba se quedó corto y debió apostar por no solo por un estado federal, sino además laico y republicano, (aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid) frente al inmovilismo del PP.
 
No entiendo algunos comentarios en los informativos de desprecio al planteamiento catalán, incluso tachando de xenófoba su actitud para con el resto de españoles. Curiosamente el CIS publicaba hace un año una encuesta que mostraba como los ciudadanos de diversas CCAA creían  necesario para considerar a alguien de su territorio que hubiera nacido en él y muy pocos consideraban suficiente que alguien se sintiese de allí. En cambio en Cataluña se consideraba suficiente que alguien se sintiese catalán, para considerarlo catalán. Habrá que preguntarse si no somos más xenófobos los demás que los catalanes.
 
Muchos pensaran que el problema es que un supuesto referéndum sería favorable a la independencia, pero el miedo no es al posible resultado, sino el referendum en sí. Digo esto, porque realizar una consulta supondría que dar al pueblo la capacidad de decidir, y puede que a partir de ese momento los ciudadanos  quisiéramos decidir también sobre otras cuestiones importantes, y eso choca con los intereses de los partidos políticos. No deja de ser sorprendente qué un gobierno elegido por el pueblo tenga pánico a que el pueblo decida.
 
Llevando al último extremo el argumento de que la decisión corresponde a todos los españoles y no solo a los catalanes, me permito hacer una propuesta: que decida el pueblo español celebrando una consulta en todo el estado, para decidir si se aprueba celebrar el referendum autonómico solicitado sobre la independencia de Cataluña. Ya sé que a algunos les sonará a disparate esta propuesta, pero en realidad sería dejar que sea todo el pueblo español el que decida, vamos, aquello que se llama la democracia en su máxima expresión.
 
El inmovilismo sólo trae retroceso y al final el tiempo decidirá lo que ayer la mayoría parlamentaria no fue capaz de afrontar. No aceptar que las cosas en política pueden cambiar es una postura fascista, propia de los orígenes franquistas de nuestra democracia. Dicen que la dictadura perfecta es aquella en la que los ciudadanos estamos convencidos de vivir en una democracia.
 

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