Hoy los informativos iban
cargados de decisiones judiciales sobre la Gurtel, Bárcenas, los ERE, etc. como
lo más destacable del día Sea esta reflexión sobre el sistema de
partidos, sus talones de Aquiles, y la necesidad de que los partidos cambien.
De lo que se va conociendo de
todos estos casos, no es difícil inferir
que el control de la financiación de los partidos, la fiscalización periódica
de sus contabilidades, o la reducción de los cargos de confianza al mínimo, estarían
entre las medidas imprescindibles para evitar que en el futuro se reproduzcan
situaciones similares a las que hoy vivimos con nuestro sistema de partidos. Pero sería de ciegos no ver que el principal
problema es la propia estructura organizativa de los partidos.
Los militantes de base no
aparecen en estos episodios judiciales, sino que son las personas vinculadas a
sus cúpulas las que lo hacen como testigos o como imputados. La gran mayoría de los motivos que acaban con los
partidos en los juzgados ocurren por el hecho de que las direcciones priman
sobremanera, respecto al papel de la militancia, que no permitiría los desmanes
y delitos, prescritos o no, que se están conociendo.
Algo tan sencillo e intrínseco al
sistema democrático, como es que cada
militante tenga un voto en las decisiones de su partido, resulta
una reivindicación que las direcciones se encargan de acallar por el propio
sistema de voto que estas implantan dentro de sus organizaciones. Parece que ha llegado el momento de que esto cambie, si se quiere que el
sistema de partidos perviva.
Para ello, deben ser los
militantes y no los órganos del partido quienes decidan quienes componen las
listas electorales, quienes deben ser los dirigentes del partido, o quienes
acuden a las conferencias y actos en nombre de la organización. Dejar esto en manos exclusivamente de las
direcciones, convierte a estas en un grupo cerrado e impermeable a cualquier
intento de autocritica. Son los militantes quienes deben asumir responsabilidades
en los órganos del partido.
Pero
lo anterior es imposible sin la existencia de un procedimiento de primarias, de
un sistema de listas abiertas y de la elección directa en los cargos orgánicos
por los militantes. Las direcciones siguen sin asumir que para los ciudadanos que no militan, esta es la mejor garantía
de transparencia y participación en estas organizaciones, y a la vez la mejor
manera de involucrar más a los afiliados y de posibilitar el debate interno.
Otro aspecto que parece como fundamental
es la limitación de los mandatos y la
incompatibilidad para ejercer más de un cargo de representación u orgánico, así
como incompatibilidad para figurar en más de una lista electoral, acceso por
meritos, expulsión por transfuguismo o implicación en procesos judiciales,
Ser cargo de un partido, no puede
ser una forma de ganarse la vida. Los cargos de un partido, primero han de ser
militantes y por lo tanto deben tener la ideología
del partido al que van a representar, pero también la preparación adecuada para
ejercer el cargo al que optan en nombre de su partido. Ahora que comprobamos con
tristeza que los programas electorales son solo papel mojado para muchos
partidos, es el momento de reafirmarnos
en las ideas que representamos como el único referente valido para que el
ciudadano nos de su apoyo electoral, y el momento de hacer de la fiscalización
de esos programas electorales por la militancia un instrumento de garantía para
los votantes, y complementar esa fiscalización haciendo que los cargos públicos
den cuenta periódica de sus gestión, tanto en gobierno como en la oposición,
ante la militancia.
Las
nuevas tecnologías pueden facilitar un modelo de partido que permita y fomente la participación real de los militantes, su
formación política e ideológica, la comunicación de los militantes con los
cargos del partido, un mejor aprovechamiento de los recursos humanos, y poder incorporar a nuestras listas electorales a las
personas mejor preparadas para el ejercicio a desempeñar.
Las
sedes del partido deben dejar de ser solo oficinas, para convertirse en lugares de cultura y encuentro. En el
siglo XXI, los partidos no pueden ser la
casa cerrada donde se deja entrar a los ciudadanos solo cuando llegan las
elecciones, y eso es imposible si solo se mueven mediante actos cerrados a la
militancia, y no se incorporan a los movimientos ciudadanos.
Crecer en militancia debe ser un objetivo inexcusable, puesto que una
gran afiliación es garantía de no manipulación, y de estar cercanos a la
sociedad y a sus inquietudes. El papel de
los jóvenes y mujeres es fundamental en la sociedad, y su presencia en la afiliación
se debe propiciar con una discriminación positiva para que
el partido sea fiel reflejo de la sociedad a la que intenta representar.
La próxima semana comienza la Conferencia Política del PSOE, y parece un
buen momento para que estos
planteamientos se debatan sin ningún miedo al cambio. De no
hacerse, el miedo que puede aparecer es a la desaparición de un partido con más
de un siglo de historia, y que ha sido capaz de llevar a nuestro país la las
mayores cotas de derechos y libertades de su historia.
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